Pez de San Pedro
Entre otros nombres, también se llama Pez de San Martiño. Puede ser que a estos Santos les gustase tanto como a nosotros.
Pero este pescado, que puede llegar a tener sesenta centímetros y cinco quilos de peso es, según algunos, tan feo o más que el rape. Nosotros no estamos de acuerdo y para que juzguen ustedes, añadimos un pequeño dibujo aproximado destacando sus aletas espinosas, pero que tiene una carne, que no se ve en el dibujo, de un sabor fuerte especial y deliciosa. Quitada la cabeza de uno de estos peces de un par de quilos, se hacen con él tres o cuatro rodajas (una la de la cola, naturalmente) que cocinadas a la gallega hacen que uno rechace el cuchillo y el tenedor, para comerlo con los dedos chupándolos después. Esto es una cochinada, pero todos lo hicimos y hacemos alguna vez. Piensen en las sardinas asadas… con cuchillo y tenedor.
El samartiño tiene los ojos pegados al cogote, boca protráctil para engullir las presas con comodidad y eficacia, color gris dorado con reflejos plata, algunas manchas amarillentas en los costados de su cuerpo estrecho y, en cada uno de esos mismos costados, tiene una gran mancha, redonda, negra, al lado de las aletas pectorales. Si no las tiene no es un samartiño. Quizá es otro pez parecido como el Zenopsis conchifer.
Mas por feo que sea el samartiño, su nombre científico es Zeus faber. Ya saben ustedes que Zeus es el Supremo. Por consiguiente, algo le vio Linnaeus cuando así lo llamó, aunque le añadió lo de ‘faber‘, obrero y, de ese modo el nombre traducido del samartiño es ‘Dios obrero’.
No sé porqué pero hay que admitirlo.
© OLAF – 10 de diciembre de 2002