Es aconsejable que las sardinas sean muy frescas, mejor del día.
Se salan con bastante sal gruesa una o dos horas antes de asarlas, lo que se hace en una plancha sobre las brasas. Puede hacerse en el horno pero no quedan tan sabrosas y el olor que deja en toda la casa puede tardar ‘un poco’ en desaparecer.
Mientras, se ponen a cocer las patatas muy limpias y sin pelar, cortadas en dos, con agua que las cubra hasta la mitad, sal y una hoja de laurel.
Cuando falta poco para que estén cocidas, se escurre el agua y se terminan de hacer en el horno o al lado de las brasas en un recipiente resistente.
Todo esto puede servirse acompañado, también, de unos pimientos de Padrón, que le van muy bien.