Besugo

Así se llama el ‘Pagellus bogaraveo’ (Brünnich), o ‘P. centradontus’, que no debemos confundir con la breca, bica o pica ‘P. erythrinus’ (Linneo), o con el aligote o pancho picudo ‘P. acarne’ (Risso).

En la cosa de los nombres respeto mucho como naturalistas a Linneo (naturalmente) e incluso a Risso, un francés trabajador que estudió los peces en los alrededores de Niza y publicó, acerca de los mediterráneos, libros muy interesantes y buenos. Pero no estoy tan de acuerdo con un tal Brünnich (Morten Trane) un danés que nació y murió en Copenhague, donde dio clases de Economía e Historia Natural, pero enseguida lo nombraron Director de Minas. Nadie pudo decirme que relación tuvo con el besugo, excepto en la mesa, lógico.

Entonces pensé que los gallegos podríamos proponer un nombre como es debido, que en uno más nadie se fija. Y dando vueltas alrededor del tema pensamos en respetar el nombvre ‘Pagellus’, del género, para no maltratar los libros de ciencia. A mí, personalmente, no me gusta, porque procede del bajo latín y, además, el besugo non se llamaba así. Claro que ‘Bisulcus’ tampoco parece que le convenga. Pero sometemos a la opinión de ustedes (aquí tienen un foro) el nombre siguiente: ‘Pagellus inmodicuspretium nativitatisdomini’. ¿Qué les parece?. Por lo menos es realista, porque lo que acompaña a ‘Pagellus’ quiere decir, más o menos, ‘de precio excepcional en Navidad’, y eso es cierto.

Dejándonos de tonterías, lo cierto es que el besugo, pescado a extinguir, tiene una carne exquisita, y es un clásico plato en la mesa por Navidad, razón por la que los precios se disparan en esa época. Tiene una mancha negra característica encima de las aletas pectorales, al comenzar la línea lateral lo que permite, además del color y de otras peculiaridades distinguirlo del que se vende como besugo y no lo es, aunque también sea bueno. Como espárido es hermafrodita (de joven macho y de viejo hembra), y puede llegar a tener más de medio metro y más de seis kilos. Los pequeños, que se arriman a la costa, son los llamados panchos y hacen las delicias de los pescadores de caña.

Los viejos, en bancos pequeños como andan siempre van a mayor profundidad, llegando a los ciento cincuenta metros. En esos fondos hacen la freza a finales del verano.

Se pescan con línea (que emociona cuando pesa) o con palangre.

© OLAF – 10 de diciembre de 2002

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