Castaña de Galicia (I.G.P.)
La castaña (en portugués Castanha, Châtaigne o Marron en francés, y en alemán Kastanie) es el fruto del castaño, encerrado en una envuelta espinosa, verde, llamada erizo. Son de forma acorazonada y de color caoba. Dentro del erizo pueden encontrarse una, dos o tres unidades.
En Francia, cuando sólo se encuentra una, le llaman ‘marron’. De ahí el nombre de ‘marron glacé’ que le dan a su dulce. En Galicia se encuentran erizos con una sola castaña con mucha frecuencia, y de ahí que algunas empresas confiten un ‘marron glacé’ que no tiene ninguna elaboración que la supere.
Para la conservación de las castañas, tal y como se recogen de las ‘fragas’, se mezclan con ramas, e incluso arena, revolviéndolas de vez en cuando para que no se pudran. Este fue el sistema utilizado durante siglos por los gallegos para conservarlas y utilizarlas en el caldo de berzas con unto ‘rustrido’. Se llamaban ‘balocas’, pero cuando llegó la ‘tinta’, y los castaños se debilitaban hasta morir, los gallegos usaron las patatas (patacas), hasta hoy, para cocinar el caldo. Sin embargo, todavía se cocina caldo de castañas en algunos lugares y, sobre todo, en ciertas festividades. También en las Rías Baixas (Muros o Porto do Son, por ejemplo) siguen llamándose ‘balocas’ a las ‘patacas’.
Las castañas también pueden conservarse desecadas y peladas, y entonces se llaman ‘castañas pilongas’. La desecación se hace al sol, en hornos, o en secaderos especiales, según las comarcas. Después de desecadas se descascarillan golpeándolas con palos en sacos. Después, a mano, se terminan de descascarillar y se separan las castañas dañadas.
El sabor de las castañas crudas recuerda a la madera. Pero asadas o cocidas (como recomendamos en estas páginas) son deliciosas.
© OLAF – 10 de diciembre de 2002