Tarta de Mondoñedo
Se puede decir que la Tarta de Mondoñedo tiene de todo, o poco menos. Por consiguiente, no es de fácil hechura porque, según a la altura a que estemos comiendo en ella, tiene un sabor o tiene otro, porque tiene unas cosas o tiene otras. Creo que en esta variedad radica su mayor encanto. Además de su origen medieval que sospechaba Cunqueiro.
Cuando hablamos de altura tiene su justificación, porque la Tarta de Mondoñedo que, en su coronación tiene adornos de tiras del hojaldre con el que comienza a configurarse, está constituída por tres pisos y el bajo, de sabores distintos. A veces el edificio llega a pesar cuatro kilos.
El bajo es una pasta más o menos hojaldrada, y el primer piso lo forma la dulce y amilbarada cabellera de la ‘cidra cayote‘: el cabello de ángel. El segundo piso es de bizcocho borracho almibarado y escurrido, y el tercero tiene la almendra partida y cocida en almíbar, también con cabello de angel. Adornos de tiras de hojaldre forman el tejado (que se protegen en el horno) y, cuando está hecho, se empapa de un fuerte almíbar y se rodea de frutas confitadas, higos, trozos de peras, cerezas, etc. o escarchadas y con más almíbar. Ya comprenderán que esto no es una receta sino un esbozo.
Los amantes del dulce no diabéticos tienen una cita en Mondoñedo, que espera por ellos. Encontrarán la tarta en cualquiera de sus confiterías.
© OLAF – 10 de diciembre de 2002