Cigala
La ‘cigala’, que en Galicia se llama también en algunas partes ‘langostiño’, es lo que Linneo bautizó con el nombre de ‘Nephrops Norvegicus’. El nombre alude a que tiene los ojos reniformes, o sea, en forma de riñones, y el apellido a que fue encontrado en Noruega, y allí estudiado, por primera vez.
De hasta 25 centímetros de longitud la cigala es un decápodo, abundante en Galicia (pero ya comienza a recriarse en piscifactorías) de la familia del bogavante que es el rey de los astácidos. El cuerpo de la cigala es alargado, con una compresión dorsoventral, y con un par de patas delanteras que son quelípodos suficientemente grandes y suficientemente feroces para sus presas que encuentra en los fondos de algas en los que gusta vivir, y que justifica su pesca por los arrastreros.
Carne blanca y consistente, el buen comedor distingue fácilmente las hembras de los machos. No hay más que mirarles el pleon aplanado y fijarse en el primer par de apéndices que tiene junto al cefalotórax: si son como hilos es una cigala hembra, si tienen dureza se trata de un macho. Lógicamente sólo las hembras, antes de la puesta, tienen los llamados ‘corales’. Bocado exquisito. En la carne no se diferencian las unas de los otros.
© OLAF – 10 de diciembre de 2002